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La independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata.



 

Independencia



Hacia 1815 la revolución rioplatense atravesaba por una crítica situación en el ámbito político militar: Fernando VII había vuelto a ocupar el trono de España e intentaba una ofensiva de gran envergadura para recuperar sus colonias americanas. Derrotado Rondeau en Sipe Sipe, la frontera norte del antiguo virreinato quedó únicamente confiada a las milicias de Güemes. Paraguay permanecía neutral, y si bien después de la victoria de Brown en la batalla del Buceo en 1814, los patriotas tomaron Montevideo, en el resto de Latinoamérica prácticamente todos los movimientos revolucionarios afines al de Buenos Aires habían sido sofocados.

Ante esta difícil situación se manifestó en el Río de la Plata la urgente necesidad de declarar la independencia, cuestión que hasta ese momento no había sido expresamente considerada pese a que el antiguo virreinato ya se perfilaba como un país. En efecto, a partir de la Asamblea de 1813 tenía bandera, himno y moneda propia; legislaba con leyes progresistas, tales como la abolición de la esclavitud, de la trata de negros, de los títulos de nobleza y de los mayorazgos, y se había establecido la libertad de imprenta.

Para concretar la postergada proclamación, el gobierno convocó a diputados provinciales a un congreso a reunirse en la ciudad de Tucumán. Allí se constituyeron en asamblea a partir del 24 marzo de 1816 designando presidente del organismo a Francisco Narciso de Laprida.

El 3 de mayo, el Congreso eligió Director Supremo de las Provincias Unidas a Juan Martín de Pueyrredón, y bajo la presión de esclarecidos militantes revolucionarios como Güemes, Belgrano y San Martín, (quien ejercía el cargo de Gobernador intendente de Cuyo y preparaba un ejército para cruzar los Andes), el 9 de julio de 1816 declaró solemnemente que era “voluntad unánime e indubitable de estas provincias romper los violentos vínculos que las ligaban a los reyes de España, recuperar los derechos de que fueron despojados e investirse del alto carácter de nación libre e independiente del rey Fernando VII, sus sucesores y su metrópoli”.

Días después, los diputados juraron defender la independencia, y agregaron a la fórmula del juramento la decisión de oponerse a toda otra dominación extranjera, con lo que se detuvieron ciertas gestiones en favor de un protectorado inglés.

El Congreso ejerció los más variados poderes: fue constituyente puesto que dictó el Reglamento de 1817 y aprobó la Constitución de 1819; legislativo porque sancionó numerosas leyes; judicial porque sustanció causas de ese fuero; electoral porque designó al Director Supremo, y ejecutivo por sus reiteradas intervenciones en actos de gobierno y administración. Sesionó en San Miguel de Tucumán hasta enero de 1817 y luego se trasladó a Buenos Aires, donde ejerció sus funciones hasta febrero de 1820. Afortunadamente han llegado hasta nosotros numerosos testimonios relacionados con la apertura del Congreso de Tucumán, de los que queremos destacar la visión que aportaron dos cronistas extranjeros. El francés Paul Groussac, que vivió en la Argentina entre 1884 y 1929, y ejerció entre otros importantes cargos los de Director General de Educación y Jefe de la Biblioteca Nacional, así se refirió al evento:

“El martes 9 de julio hubo sesión ordinaria. A moción del Doctor Sánchez de Bustamante, diputado por Jujuy, se dio prioridad al proyecto de deliberación sobre libertad e independencia del país. No hubo discusión. A la pregunta formulada en alta voz por el secretario Paso: Si querían que las Provincias de la Unión fueran una nación libre e independiente de los reyes de España, los diputados contestaron con una sola aclamación, que se trasmitió como repercutido trueno al público apiñado desde las galerías y patio hasta la calle. Después se tomó el voto individual que resultó unánime, labrándose entretanto el acta inmortal...Desde la mañana del 10 reprodujéronse con mayor júbilo y pompa las ceremonias del día de la instalación. Los diputados y autoridades, reunidos en la casa congresal, se dirigieron en cuerpo al templo de San Francisco encabezando el séquito, el Director Pueyrredón… Después de la misa solemne y del sermón, predicado por el doctor Castro Barros, la comitiva salió, entre salvas y música, dirigiéndose a la casa del gobernador Aráoz donde se celebró una breve sesión para conferir al Director Supremo el grado de brigadier y nombrar a Belgrano General en Jefe del ejército del Perú en reemplazo de Rondeau, tan desprestigiado después de la derrota de Sipe Sipe.

Esa misma tarde Pueyrredón se puso en camino hacia Córdoba, donde llegó el 15. Antes de proseguir su viaje a Buenos Aires tuvo una reunión con San Martín, que vino expresa y secretamente de Mendoza a la memorable entrevista de dos días que decidió la campaña de Chile, y acaso de la independencia sudamericana”.

El otro cronista es el oficial Jean Adam Graaner, enviado al Río de la Plata por el príncipe heredero de Suecia Jean Baptiste Bernardotte con el objeto de estrechar lazos con el nuevo gobierno. En las dos visitas que realizara a nuestro país cultivó la amistad de la familia política del General San Martín, al que trató personalmente en forma asidua y se entrevistó en varias oportunidades con el Director Pueyrredón, quien le manifestó su interés en mantener relaciones con Suecia.

En el informe titulado “Las provincias del Río de la Plata en 1816” que enviara al príncipe, Graaner escribía: “Más de cinco mil milicianos de la provincia se presentaron a caballo, armados de lanza, sable y algunos con fusiles, todos con las armas originarias del país, lazos y boleadoras……Las lágrimas de alegría, los transportes de entusiasmo que se advertían por todas partes, dieron a esta ceremonia un carácter de solemnidad que se intensificó por la feliz idea que tuvieron de reunir al pueblo sobre el mismo campo de batalla donde cuatro años antes las tropas del general español Tristán fueron vencidas por los patriotas. Después que el gobernador de la provincia diera por terminada la ceremonia, el General Belgrano tomó la palabra y arengó al pueblo con mucha vehemencia, prometiéndole el establecimiento de un gran imperio en la América Colonial…”

Foto historica Casa de Tucuman



Respecto de la legendaria casa de doña Francisca Bazán de Laguna donde sesionara el Congreso, el historiador argentino Julio Irazusta expresó:
“La humilde sala donde se declaró la Independencia nos enseña que no se necesitan palacios lujosos y edificios monumentales para reunir congresos que tomen decisiones trascendentes, quse la política no se mide por el tamaño material de los países y que el heroísmo, con toda la complejidad de facultades intelectuales y volitivas que comporta, basta para dar existencia y fama a una nueva nación.”



Foto actual de Casa de Tucuman

 

Licenciada Ana María Musico Aschieroflecha Autor: LICENCIADA ANA MARÍA MUSICO ASCHIERO - Instituto Argentino de Historia Militar Mail: itimadster@gmail.com









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