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Se fue una leyenda del periodismo argentino:
Chacho Rodríguez Muñoz (1940-2016)
En una vida hay lugar para muchas biografías. Esto es lo que me había enseñado un avezado periodista cuando comencé como pasante esta tan apasionante profesión en la agencia de noticias Télam. Fue en marzo de 1979, tiempo por supuesto anterior a los buscadores virtuales. Me enviaron a sumergirme en un subsuelo donde había un archivo repleto de piojos, ratas, cucarachas y papeles amarillentos crocantes más tomos de infinitas enciclopedias ya vetustas y desactualizadas. No obstante, hice mi primera nota, una necrológica, porque había fallecido la poeta uruguaya Juana de Ibarbourou y había que “enterrarla” en el servicio de la agencia. De esta manera se aprende este oficio, le gustaba decir.
Ese avezado periodista se llamó Chacho Rodríguez Muñoz y falleció el 21 de enero en Buenos Aires a los 75 años.
El mismo Roberto Noble le había dicho delante de colegas, en sus jóvenes 25 años, que él era “una de sus espadas”. Es que tanto se adentraba en el Hielo Continental en busca de una expedición para reportear esa hazaña, como se pasaba 10 días dentro de un pesquero marplatense para narrar desde la vieja contratapa de Clarín –mucho antes de la página de humor era una de aventuras-, la tan particular vida de esos hombres de mar.
Desde 1964 y por 14 años trabajó en Clarín. Fue el periodista que, cámara en mano, inventó el salir a buscar y encontrar la “nota casual”, esa tan particular nota de color que se ancla en la cotidianeidad del encuentro callejero fortuito. “La nota está a la vuelta de la esquina, decía; sólo hay que saber mirar lo que otros no ven”. Su columna “Reporter X” fue un soplo de aire fresco en aquel periodismo todavía ceremonioso y acartonado de mediados de los 60s.
Por cierto que aquella en la que se forjó era una redacción de lujo. Allí, en la “cuadra” de Clarín – porque las redacciones en aquella época eran enormes espacios con islas de escritorios donde todos confraternizaban –este joven reportero compartió espacio con hombres que ya eran sabuesos del mejor periodismo gráfico: Justo Piernes, Jorge Göttling, Emilio Petcoff, Luis Garasino y sobre todo su gran maestro de esta profesión: Ricardo Sócrates Bartolomé Marchetti.
Además, montañista desde adolescente, fotógrafo e ilustrador, Rodríguez Muñoz fue un hombre de múltiples inquietudes. A través de crónicas, reportajes y su columna semanal “Viento Blanco” que escribió durante la década de los ´80, fue junto con Germán Sopeña de La Nación, uno de los periodistas que más se ocupó de cronicar hechos y entrevistar a protagonistas de las últimas aventuras de este género.
Había cursado la Escuela Nacional de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredón, con el grado de Bachelor in Arts egresó de la Faculty of Journalism de Indiana University, EE.UU. y fue Corresponsal Militar del Ejército Argentino desde 1970 y Corresponsal Naval desde 1987. Fue Secretario de Redacción del diario Clarín (1964 a 1978), Pro Secretario General del diario Tiempo Argentino y Secretario General del diario La Razón. Como Corresponsal de Guerra cubrió tres conflictos internacionales y es autor y editor de numerosos libros, fascículos y columnas periodísticas sobre historia de la guerra. Como corresponsal de prensa, ha vivido en Estados Unidos y en Europa durante varios años. Fue Jefe de Redacción de la revista Soldados, desde su creación en 1995 hasta 2008, fecha en que pasó a desempeñarse al frente de la División Editorial de la Fundación Soldados. Dejó una inmensa obra impresa y tuvo cinco hijos: Ma. Gabriela, Ma. Cecilia, Juan Manuel, Ma. Eugenia y Lucio Argentino.
Como aquella primera vez, a mis 19 años, hoy me toca escribir esta particular necrológica y “enterrar” en papel y tinta a quien fue mi maestro de profesión. Y además, padre de mis dos hijos.
Autora : Sandra Pien, periodista
